JULIA CONESA CONESA, en el 80 aniversario de su fusilamiento, "para que su nombre no se borre de la historia"
Ella es Julia Conesa Conesa la más brava de las 13 Rosas a las que hoy rendimos homenaje por el 80 aniversario de
su asesinato. Para cumplir su última voluntad "que mi nombre no se borre de la historia".
Saco el material para este post de Ana Nieto Martínez, narradora visual del grupo Fotos, historias y miradas de España.
La historia es bien conocida, a partir de la película Las 13 Rosas. Se trata de un episodio cruel e icónico de la represión de la
posguerra madrileña.
Franco quiso arrasar con la juventud que intentaba
reorganizarse en las Juventudes Socialistas Unificadas dando castigos
ejemplares que sirviesen para persuadir en el intento a quienes estuviesen
pensando en ir contra el régimen.
El 5 de agosto de 1939, murieron asesinados
en la tapia del Cementerio del Este en Madrid, 43 hombres y 13 mujeres. La
mitad de ellas era menor de edad, dato que la prensa ocultó, pese a lo cual,
trascendió a la prensa internacional.
A partir de entonces ya no se ejecutaría
a más menores (ni darían noticia los periódicos de las ejecuciones).
El 5 de mayo de 1939 la policía aporreó la puerta de Dolores
Conesa. Preguntaban por Julita, su hija de 19 años. Se llevaron a Julia Conesa para hacerle unas
preguntas rutinarias, tras las cuales podría regresar. Pero Julia no volvía, y
las visitas de su hermana a comisaría se hicieron rutina…hasta que Julia fue
trasladada a la prisión de Ventas. Y las visitas también se trasladaron, con
colas interminables de familiares que iban a visitar a las 4000 presas que se
hacinaban en una prisión que se había construido para albergar a 450 reclusas.
La casa de las Conesa era una casa de mujeres, vivían juntas la madre (Dolores) y las tres hijas (Trinidad, Ángeles y Julia), viudas de guerra la madre y las dos hijas mayores.
Para el entierro de su hermana Ángeles, fue la única ocasión en la que dejaron salir a
Julia de la cárcel, velándola las 3 solas, junto a los guardias que
custodiaban a Julia, porque en aquel Madrid nadie quería acercarse a la gente señalada como roja, pues cualquier escusa era buena para ser apresado.
La familia de Julia sostiene, que la policía incautó un fichero
de nombres del centro cultural de Modesto Lafuente donde se habían reunido
durante la guerra, y se les adjudicó la autoría de un panfleto que había
aparecido en las calles “Menos Franco y
más pan blanco”.
Julia escribió esta carta de despedida a su madre:
Madre, hermanos, con todo el cariño y entusiasmo os pido que no me lloréis nadie. Salgo sin llorar. Me matan inocente, pero muero como debe morir una inocente. Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós, madre querida, adiós para siempre. Tu hija, que ya jamás te podrá besar ni abrazar. Que mi nombre no se borre de la historia.
En este último testimonio escrito pedía expresamente que su nombre no se borrase de la historia. Para cumplir esta última petición, hoy le hacemos un hueco en Escuela de Ateneas.
Fotograma del programa Versión española dedicado a la historia de Las 13 Rosas. Para ver el programa pincha aquí o en la imagen |
Un post de Ana Nieto Martínez, narradora visual del grupo
Fotos, historias y miradas de España.
remodelado para Escuela de Ateneas por Laura Fresneda Moreno.
remodelado para Escuela de Ateneas por Laura Fresneda Moreno.
Tras la ocupación de Madrid por el ejército franquista y el fin de la guerra, las Juven tudes Socialistas Unificadas intentaron reorganizarse clandestinamente bajo la dirección de José Pena Brea, de 21 años. Los dirigentes del PCE y las JSU habían abandonado España, dejando la organización en manos de militantes poco significativos, los cuales esperaban pasar más desapercibidos. José Pena, secretario general del comité provincial de las JSU, fue detenido por una delación y obligado a dar, mediante torturas, todos los nombres que sabía y firmar una declaración preparada.
ResponderEliminarConesa, policía infiltrado en la organización, colaboró también en la caída de la organización. Conesa fue posteriormente comisario de la Brigada Político-Social franquista y ocupó un cargo importante en la policía durante los primeros años de la democracia. La práctica totalidad de la organización clandestina cayó de este modo, sin apenas posibilidad de reorganización. La mayor parte de los detenidos aún no había tenido tiempo de integrarse en la organización clandestina o apenas acababan de hacerlo. A la captura de los militantes ayudó el que los ficheros de militantes del PCE y las JSU no habían podido ser destruidos, debido al golpe de Estado del coronel Casado, y fueron requisados por los militares franquistas al ocupar Madrid. Entre los detenidos se hallaban «Las Trece Rosas», que fueron detenidas y conducidas primero a instalaciones policiales, donde fueron torturadas, y después a la cárcel de mujeres de Ventas, construida para 450 personas en la que se hacinaban unas 4000.
El 27 de julio de 1939 tuvo lugar un atentado contra el coche donde viajaba el comandante Isaac Gabaldón, acompañado de su hija y el chófer, cuando circulaba por la carretera de Extremadura cerca de Talavera de la Reina. El comandante Gabaldón, que murió en el atentado, era un antiguo miembro de la «quinta columna» de Madrid y en aquel momento desempeñaba un cargo importante en el aparato represivo franquista, pues estaba encargado del «archivo de la
masonería y el comunismo» que suministraba documentación a los fiscales militares en los consejos de guerra contra los partidarios de la República, de ahí que el régimen interpretara su muerte como «un desafío de un adversario al que creía totalmente aniquilado, y decidió castigar a los verdaderos o supuestos responsables de un modo ejemplar». Aunque todo parecía indicar que había sido obra de algún grupo de antiguos soldados de la República, o de huidos —no era la primera vez que se producía un atentado contra un vehículo en marcha en los alrededores de Madrid—, el régimen lo atribuyó a una supuesta red comunista de grandes dimensiones.[3] La hija de 16 años y el chófer también fueron asesinados en el atentado.
Un primer consejo de guerra sumarísimo se celebró el 4 de agosto en Madrid, donde fueron condenados a muerte 65 de los 67 acusados, todos ellos miembros de las JSU, siendo fusilados al día siguiente 63. El 7 de agosto fueron fusilados un número indeterminado de hombres condenados en otro juicio, y pocos días más tarde fueron condenadas 24 personas más —fueron fusiladas 21, salvándose tres jóvenes «porque el régimen había empezado a temer que el caso pudiera crear un eco desfavorable para la nueva España en el extranjero»—. Entre los primeros 63 ejecutados se encontraban trece mujeres jóvenes, que serían conocidas como «las Trece Rosas».
Ana Nieto Martínez.