La ninfa ÍO



Júpiter e Ío, ca. 1532-1533. 
Correggio (ca. 1489-1534), 
Kunsthistorisches Museum, Viena.


Cuenta Ovidio cómo en Hemonia hay un denso bosque conocido como Tempe habitado por las ninfas. Allí los ríos se precipitan en cascadas y llenan de suaves nubes y de finas lluvias las copas de los árboles. Sólo el Ínaco se esconde en lo más profundo de su cueva. Desde allí nutre su torrente con las lágrimas del desconsuelo, pues no encuentra a una de sus hijas: la ninfa Ío. 
Un día, una preciosa ternera blanca pace en sus riberas y se deja querer por las ninfas. Le tiende unas hierbas el bueno de Ínaco y ve cómo el dócil animal empieza a escribir en el polvo con la pezuña. Entonces se da cuenta “¡Ay de mí! ¿Eres tú, hija, la que yo busco por la tierra toda?”.

Cuántas historias le quedarían por contar de huidas a Ío como ternera, cruzando el Bósforo -o “paso de bueyes”- y las costas del mar Jónico -Ionio-.







Aquí Correggio inmortaliza el origen de este duro destino. Con el sol en su cénit imponiendo su calor, Júpiter insta a la ninfa Ío que se cobije en el mismo corazón del bosque, donde reinan las sombras. La joven le siente y el miedo le hace correr. Escucha las promesas tendenciosas de Júpiter de protegerla de lo salvaje, pero ella huye precisamente para guardarse de las verdaderas intenciones del dios, consciente la amenaza. “No huyas de mí”, sin embargo ella corre y corre por los prados y los bosques. Pero ¿cuánto puede la voluntad de una ninfa aterrorizada frente al capricho del todopoderoso dios? Cubre entonces Júpiter "la tierra en densa y extensa neblina, detuvo a la fugitiva y le arrebató la virginidad”.

Parte del ciclo de cuatro obras “Los amores de Júpiter”, Correggio muestra la violación de Ío. La joven exhausta por la huida esquiva el rostro de niebla intangible de Júpiter. Entre las encinas -árbol consagrado al dios-, no puede evitar ser cogida por sus densos brazos de nube, cruza la pierna en un intento fracasado de zafarse y hacer valer su propia voluntad.



La ciudad de las damas es una suerte de paseo de la fama de grandes mujeres del pasado, desde el mito y la tradición hasta la historia antigua, medieval y moderna. Iremos recordándolas sirviéndonos de diversas obras de arte que a lo largo de la historia han inmortalizado sus notables hazañas. Estas obras más allá del género biográfico, eran referentes de moralidad en los que se mostraban notables ejemplos de comportamiento humano, bien a imitar por su gran virtud o a rechazar por sus vicios según la moral e intereses vigentes. Aspecto éste sobre el que reflexionaremos también, con el fin de crear un panorama femenino que nos ayude a entender cómo la cultura occidental ha definido los ideales asociados a las mujeres.
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