Las Hepérides - ahorro a la lectora los nombres y la procedencia (me aburre la genealogía mítica) y voy directamente al simbolismo que es lo que más me interesa y de lo que menos se oye hablar - más conocidas como las Tres Gracias, son las diosas del encanto, la belleza, la naturaleza, la creatividad humana y la fertilidad. Las tres bailan desnudas. El baile y la desnudez como grandes exposiciones de la liberación humana (sobre todo femenina) y lo hacen en corro para significar la hermandad, el respeto, la mutua benevolencia, el placer de relacionarse y el amor que se tienen.
El círculo de mujeres desnudas que bailan, es una de las estampas que más ha fascinado a artistas de distintas épocas y lugares, por eso, el suyo es uno de los relatos mitológicos más representados en la historia del arte. A ellas, por ser diosas de mitos clásicos, el pincel renacentista les concedió el baile y el gozo fuera del juicio moral. No corrieron la misma suerte otras representaciones de mujeres "corrientes" danzando desnudas en el bosque y alrededor del fuego - imagen clásica representada en los grabados que ilustraban las prácticas de brujería - que contribuyeron a la persecución y denuncia de cualquier manifestación de alegría y sororidad durante los siglos XV y XVIII.
Ellas ofrecen con su baile desnudo la inmortalidad del Jardín Original: el paraíso natural y benevolente de la Gran Madre ancestral. Algo que antes de la era cristiana, tuvo que ser una práctica común de religiosidad pagana. Según la mitología griega, las Hespérides vivían en armonía con la serpiente en el paraíso primigenio, donde disfrutaban del placer otorgado a su naturaleza femenina, hasta que Hércules - arquetipo del hombre guerrero - mató a la serpiente y creó un nuevo mundo regido por el dominio de la belicosidad y el poder del sexo masculino frente al femenino. Otros mitos clásicos sobre el paso al patriarcado aquí.
La tradición judeo-cristiana cogió algunos de los elementos del mito griego y colocó sin escrúpulos a Eva (la primera mujer y madre de toda la humanidad) como elemento destructor de la paz original. El binomio mujer-serpiente fue hundido en el fango de lo perverso por las religiones monoteístas. Con la imposición de un dios padre que exige obediencia, se paraliza la transmisión del culto a la vida al completo y se extiende el miedo al castigo divino. El génesis judeocristiano desacredita así las creencias arcaicas de sabiduría femenina y culto a la sexualidad y a las mujeres, que gobernaron la espiritualidad humana durante milenios, así lo expone Casilda Rodrigánez en su libro "El asalto a Hades".
Las Gracias son tres. El tres es el número del principio equilibrador del universo, donde la dualidad se ve compensada por el elemento conciliador que disuelve las rivalidades y crea armonía. Ellas tres son el símbolo más arcaico de la divina Trinidad - que en la tradición judeo-cristiana no podía ser más que Santísima y patriarcal-. El 3 es el comienzo de la multitud, que en el caso de las Gracias, es una primera multitud en amor y armonía, símbolo universal de la sororidad, la comprensión y la compasión entre mujeres.
Las Tres Gracias aparecen representadas como motivo decorativo en frescos, mosaicos y esculturas en las ciudades más importantes del impero romano, sosteniendo astros en sus manos en señal de sabiduría cósmica
La belleza de este motivo mitológico ha fascinado a distintos artistas de todos los tiempos. Tanto Rafael como Boticelli o Rubens recuperando a las Tres Gracias siglos después, siguiendo la tradición greco-latina, para pintarlas de nuevo siempre desnudas, mostrando sus cuerpos libres como un símbolo de emancipación de la mujer en la naturaleza, disfrutando de su baile común sin la irrupción de la mirada masculina dispuesta a cubrir esos cuerpos con el suyo. Ellas tres bailando por todas las que no pueden bailar, brillando con luz propia.
Las Tres Gracias representan un espacio desde el cual las mujeres expresan su alegría, su sexualidad y el gozo de la amistad/hermandad. La bella visión de estas tres mujeres desmonta el mito de la maldad de las mujeres contra las mujeres.
Podría ser que los pintores renacentistas recuperaron esta imagen para dar brillo de nuevo a la maltrecha sexualidad femenina tras los estragos de la represión judeocristiana contra el cuerpo de la mujer, o no, pero sin duda gracias a ellos nos llega su imagen representando la ligereza el placer de las buenas relaciones femeninas liberadas del peso de la represión, que mantenida en el tiempo y sostenida por todo el sistema político, moral y eclesiástico durante siglos, culminó en un genocidido de género: la caza de brujas
Fuentes
- Entrada sacada de el ensayo "El corro de las niñas: un repaso al juego del corro desde sus orígenes como elemento de la cultura femenina", de Mari Cruz Garrido Pascual.
- Mitos, leyendas y símbolos: Las Carités, mitología griega
- Todas las imágenes han sido recogidas de aquí
Muy bueno e interesante ...
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