En muchas de las entradas de esta sección - talento de convento - repito que los conventos fueron centros de verdadera realización para las mujeres de la Edad Media y la Edad Moderna. Al tomar los votos del monacato, las mujeres podían alcanzar un reconocimiento social incluso más elevado que el de las mujeres casadas, además del acceso al conocimiento y cierta libertad corporal (cuerpos no destinados a la procreación y al cuidado). Todas esas realidades hacían de la vida religiosa una alternativa al único destino femenino: casarse y tener hijos.
Estos hechos hacían que la vocación religiosa surgiese en muchas mujeres - según los datos ofrecidos por Margaret L. King en sus estudios sobre la mujer en el renacimiento, en la ciudad de Florencia, en el s. XIV, más de la mitad de las hijas de familias poderosas vivían en conventos.-
Entre las religiosas de clausura el número de monjas que decían haber tenido visiones o éxtasis místicos, supera lo anecdótico. De hecho estas experiencias místicas sobrenaturales proliferaron de forma asombrosa entre el s.XII y el s. XVII.
La Iglesia reconocía la existencia de este tipo de sucesos metafísicos y consideraba a las elegidas por el Santísimo como seres elevados. Tal fue el ascenso de los casos en los conventos que los altos cargos eclesiásticos trataron de investigar cada una de las presuntas experiencias místicas para determinar su veracidad.
"las supuestas apariciones antes de ser hechas públicas o predicadas a la gente, deben ser consideradas desde ahora reservadas para el examen de la sede apostólica"
Concilio de Letrán (1516)
La necesidad de crear una interpretación seria de los testimonios de las religiosas, dio lugar a la aparición de un nuevo género literario, las hagiografías: vidas, visiones y milagros de sant@s, religios@s y beat@s, que fueron hasta bien entrado el s. XIX los libros más editados para ser leídos por mujeres.
Las visiones místicas, según Martínez Burgos, podían resumirse como una expresión de la llama del amor viva, como expresión del deseo vehemente por alcanzar el cielo, y el sueño o ilusión a través del cual se manifiesta la presencia de Dios.
A través de todos los testimonios de las visionarias, nos enfrentamos al llamado Eros místico, metáfora permanente y reiterada, a caballo entre dos polos aparentemente irreconciliables: el erotismo y la santidad (lo más sagrado y lo más profano).
"Éxtasis de Santa Teresa" de Gian Lorenzo Bernini (1647-51). Imagen recogida de aquí |
Juana Asensi, franciscana condenada en 1649 por la Inquisición, declaraba haber tenido una visión en la que: ...todo el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo se midió, y unió con el suyo, rostro con rostro, ojos con ojos, boca con boca y así en los restantes del cuerpo... o Santa Teresa que deja testimonio escrito de sus uniones con Dios (trasverberaciones) en el capítulo 29 de su obra maestra El Libro de la vida: Vi a un lado a un ángel que se hallaba a mi lado de forma humana… El ángel era de corta estatura y muy hermoso, su rostro estaba encendido como si fuese uno de los ángeles más altos que son todo fuego. Debía ser uno de los que llamamos querubines… llevaba en la mano una larga espada de oro cuya punta parecía un ascua encendida. Me parecía que por momentos hundía la espada en mi corazón y me traspasaba las entrañas y, cuando sacaba la espada me parecía que las entrañas se me escapaban con ella y me sentía arder en el más grande amor de Dios. El dolor era tan intenso que me hacía gemir, pero al mismo tiempo, la dulcedumbre de aquella pena excesiva era tan extraordinaria que no hubiese yo querido verme libre de ella.
En alivio de lo libidinoso que pudiera hallarse en las palabras de estas religiosas, el goce del encuentro con lo divino, se hacía público recalcando el casamiento de las religiosas con Dios, tanto así que se le llamó la mística nupcial.
Santa Catalina de Siena recuerda la promesa del amado con estas palabras: hoy celebraré solemnemente contigo el desposorio de tu alma y, como te he prometido, te uniré conmigo en matrimonio por fé.
Éxtasis de la beata Ludovica Albertoni, Bernini 1671-74, (Barroco Italiano), Escultura en mármol, 188 cm. Imagen recogida de aquí |
En las esculturas El éxtasis de Santa Teresa y el Éxtasis de la beata Ludovica Alberton de Bernini, se aúnan el desfallecimiento, la agitación de los ropajes, la mirada perdida, el gesto de abandono y entrega, el estado alterno de placer y dolor, siendo todo ello parte del lenguaje plástico que da vida a las descripciones que las religiosas hacían de sus éxtasis místicos.
Santa Clara, la gran discípula de San Francisco de Asís, cuenta a sus hermanas un sueño que tuvo en el año 1230. El relato figura en el proceso de canonización de la santa y resulta del relato de una de las monjas que la oyó contar esta visión unos años antes. Así es el texto :
Clara contaba que se vio en sueño llevando a San Francisco una cuba de agua para limpiarse las manos. Subía en una escalera muy alta, pero lo hacía con tanta soltura y ligereza como si hubiera caminado por un terreno llano. Cuando llegó a la altura de San Francisco, éste sacó de su pecho una teta y le dijo : « Ven, recibe y chupa ». Ella lo hizo, luego San Francisco le rogó que chupara por segunda vez. Y lo que probaba así le parecía tan dulce y deleitable que de ninguna manera lo pudiera expresar, y después de haber chupado, esa extremidad o remate del seno de donde salía la leche se quedó entre los labios de la bienaventurada Clara ; tomó con sus manos lo que le había quedado en la boca, y aquello le pareció un oro tan claro y tan brillante que en él se podía ver como en un espejo.
"Erotismo y santidad" Louis Cardaillac
Cristóbal de Villalpando, Pasaje de la vida de santa Catalina de Siena, Ciudad de México, siglo XVIII. Imagen recogida de aquí |
La unión mística siempre es relatada a través de metáforas y alegorías y el acto amoroso suele ser el símil más adecuado del arrebato místico. Visto desde esta perspectiva y sabiendo que la unión carnal se ha considerado en muchas culturas un acto numinioso, algunos estudiosos han llegado a considerar el placer sexual como un anticipo del paraíso. La esencia del ser humano está basada en la sexualidad, que es el origen y el principio de todo, (...) la "pequeña muerte" (se refiere así al orgasmo) ¿no puedes ser sino una anticipación de la muerte definitiva?
Las lágrimas de Eros, Georges Bataille.
Imitatio Christi. El camino que conduce al encuentro.
Toda experiencia mística, conlleva una preparación ascética que se llevaba a cabo con un riguroso entrenamiento a través del sacrificio, el castigo de la carne (en múltiples variantes), la sumisión y la disciplina. Este camino que se creía el más apropiado para llevar al alma en la perfección cristiana, siguiendo los pasos del calvario del mismo Jesucristo, es la llamada Imitatio Christi. Una práctica que hoy en día tendría lugar en los ambientes BDSM (Bondage, Disciplina, Dominación, sumisión, Sadoquismo y Masoquismo).
Las largas vigilias, los ayunos, el uso de cilicios, las autoflagelaciones y otras herramientas de mortificación de la carne, eran prácticas habituales en las visionarias que, en ocasiones, las llevaba a situaciones de extenuación. Dice Sor Juana de la Cruz que: "... su vigilia era muy larga... y el sueño tan poco... traía cilicio de cerdas y cadenas de hierro junto a las carnes y para mayor penitencia y para mortificar la boca muchas veces traía en ella ajenjos amargos, en memoria de la hiel y vinagre que gustó nuestro Señor..."
Muchas de las sentencias de los tribunales de la Inquisición sobre estas visiones decretaban que eran fruto de una perturbación patológica: la melancolía. Estas sentencias tan compasivas, se deben a que la ciencia intentó demostrar que las visiones místicas no tenían porque ser algo sobrenatural. La medicina de los siglos XVI y XVII, consideró a las visionarias como enfermas del espíritu, dado que ellas eran débiles mentales por naturaleza. De las razones médicas que explicaban esta tendencia femenina a la melancolía - y a dejarse llevar por su imaginación perturbada - era la vida sedentaria de las religiosas.
Viven en la ociosidad, y siendo su cuerpo menos transpirado permanecen dentro de él los calores, los espíritus y los humores.
La psiquiatría renacentista. E.H. Ackernecht
A estos "males" psíquicos se les acaba llamando melancolía religiosa o la pena de Adán. Se trataba de una enfermedad del alma condicionada por lo físico. Sus síntomas eran el insomnio, la pérdida de peso y las alteraciones de las funciones naturales. Las causas de esta enfermedad se creían emparejadas con los sufrimientos a los que se sometían las religiosas para la imitatio Christi.
Gracias a la implantación de esta nueva modalidad de enfermedad religiosa la Inquisición trató a las "falsas visionarias" siempre de forma benévola, con penas blandas, salvo en aquellas ocasiones en que las visiones o profecías tocaban asuntos políticos.
Visión de Santa Leocadia de Pietro del Po. (alrededor de 1666) Camarín de la Virgen, Catedral de Toledo |
Este lienzo de Pietro del Po - más conocido como El Palermitano - que representa las visones místicas de Santa Leocadia, es un buen ejemplo de los delirios místicos causados por la Imitatio Christi. El cuerpo en apariencia inerte (raptus corporis), se nos presenta en la celda de la Santa junto a los instrumentos de disciplina y penitencia. El rostro arrobado de placer y el cuerpo yacente, revelan la huella del favor divino.
Fuentes:
- Extasis de santa Teresa: Bernini esculpe un orgasmo
- Artículo "Erotismo y santidad" de Louis Cardaillac.
- Porque fuimos monjas. Mujer y silencio en el Barroco de Indias
- Entre el cielo y la hoguera: Santas, melancólicas y embaucadoras. El poder sublimado de la pintura barroca. Palma Martínez-Burgos García
- El erotismo de Georges Bataille (ensayo de 1957)
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