Mural de Virginia Bersabé en Socuéllamos. Foto: Aroha Morales |
Como ya sabréis las que hayáis visto nuestro post anterior, las mujeres de la Asociación Feminista Milenrama de Socuéllamos celebraron el Día de la Mujer Rural de este año con la creación de un maravilloso mural en "homenaje a todas las mujeres rurales socuellaminas, esas mujeres sin nombre que la historia ha dejado olvidadas." Un homenaje, al fin y al cabo, a todas las campesinas que trabajaron, cuidaron y dieron vida a estas tierras manchegas, las guardianas de la memoria de nuestro linaje y nuestro territorio.
La autora junto a su obra. Fotos de Aroha Morales |
Una de las cosas que más me ha gustado del mural es la elección de la edad de la mujer representada, que ya no es joven, y visibiliza tan hermosamente al infrarrepresentado grupo de las mujeres maduras. Y eso no es una casualidad ya que la artista encargada de llevarlo a cabo ha sido la ecijana Virginia Bersabé, artista plástica reconocida con premios, becas y exposiciones nacionales e internacionales, que se dedica a explorar en muchas de sus obras el cuerpo, la vida y la memoria de mujeres ancianas.
"Mi trabajo tiene como eje central a la mujer mayor, su relación con el espacio y las manifestaciones físicas y pictóricas de su memoria e identidad. Pinto realidades olvidadas y trabajo con personas que de otra manera pasarían desapercibidas. Siento la necesidad de mirar adonde nadie quiere mirar y poder darle el lugar que se merece a un colectivo olvidado como son las mujeres, y en concreto, las mayores.
Siento que las mujeres mayores a las que dedico gran parte de mi
trabajo pictórico son una continuación de esta tradición de mirar ahí en
el momento en el que buena parte de la sociedad aparta la mirada. La
vejez y sus enfermedades son para muchos un momento que debe ser
guardado, escondido. Creo en cambio que es entonces cuando mejor se
expresa el patrimonio humano, la identidad construida a lo largo de toda
una vida, la fragilidad y la belleza de nuestros cuerpos." (Declaraciones recogidas en masdearte.com)
Al borde del abismo (2017). De la serie Arremembrar |
Su trabajo es exquisito: las texturas de la piel, la rotundidad de la anatomía; la capacidad para incluir los detalles del contexto físico y los objetos que les sirven de marco, pero que también hablan de ellas, de sus vidas; la sensibilidad para captar los gestos que las individualizan, en diversos estados de salud y de ánimo, en distintas situaciones de la vida más íntima y cotidiana...
"Déjame tocar ese rostro tan bonito, leer tu infancia, hay huellas, rastreos de lágrimas, ríos de sangre. Me gustaría preguntarte cuántas veces has llorado y cuántas veces sonreído. Estoy convencida de que, de niña, la piel se te contrajo por el espasmo del deber hacia la vida."
"Arrugas" de ALDA MERINI.
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El mural de Socuéllamos, no es, ni mucho menos, el primero que Virginia Bersabé ha hecho en entornos rurales. Desde 2011 lleva a cabo su proyecto "Perdidas en el campo andaluz", en el que interviene los muros de cortijos andaluces abandonados con retratos de mujeres mayores, consiguiendo resultados, como podréis ver, de una fuerza espectacular y sobrecogedora belleza. La vulnerabilidad, la decrepitud, el estado ruinoso del entorno y el lienzo, dialoga con ellas y su historia y juntas nos hablan entonces de una historia y un futuro común que nos interrogan.
Mural y foto de Virginia Bersabé |
Además de este proyecto, la artista también ha llevado estos murales a las fachadas de un montón de pueblos y ciudades de Córdoba y Sevilla. En este enlace podréis verlos, a cada cual más alucinante.
"Desde un patio interior" en Villanueva de San Juan (Sevilla). VIRGINIA BERSABÉ |
El hecho de trabajar con las imágenes de mujeres mayores viene, según cuenta ella misma en esta entrevista en másdearte.com, de su abuela:
"Mi abuela María del Valle fue el germen de todo mi trabajo. Con ella fui estrechando cada vez más mi línea de investigación pictórica. Mi madre es una influencia muy fuerte en mi trabajo también; vengo de una familia muy matriarcal y eso me ha marcado como persona y como mujer. Desde pequeña recuerdo a mi madre cuidando a mi padre, luego a mi abuela y casi a la par, se formó como auxiliar de clínica y comienza a trabajar en una residencia de ancianos. Eso fue un gran giro de tuerca en mi trabajo y la prueba que me hizo tener todavía más clara la idea de dedicar mi investigación a ellas."
"Diario íntimo II" (2016). Autorretratada junto a su abuela. Serie Manojo de recuerdos |
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El trabajo de Virginia Bersabé no solo tiene un gran valor artístico, sino también un enorme valor simbólico y social. Su representación de las más invisibles de las invisibles (las ancianas de los barrios populares y del medio rural), de su mundo cotidiano, pone el foco en lugares donde apenas se mete el arte, ni los medios de comunicación, ni son trending topic en las redes. Lugares que huelen a estufa, a orinal, a puchero. Lugares llenos de adornos de bronce, visillos, tapetes de ganchillo, mesas con falda. Habitaciones que parecen altares o cámaras acorazadas donde envejecen secretos y recuerdos dentro de muebles que fueron ajuar o regalo de bodas. A ellos nos asomamos en sus lienzos, que me parecen una mirada desde fuera y dentro.
La de Virginia forma parte de un conjunto de voces que están abordando la vejez, mirando a y hablando de los cuerpos del colectivo de mujeres mayores.
Es el caso, por ejemplo, de la psicóloga y escritora Anna Freixas, que ha dedicado gran parte de sus libros e investigaciones al envejecimiento femenino y recientemente ha publicado Yo, vieja (Capitán Swing, 2021). También podéis leer muchos artículos de Freixas sobre estos temas en la recomendadísima revista Mujeres y Salud del Centro de Análisis y Programas Sanitarios de Cataluña, en la que forma parte del consejo asesor y en la que podréis consultar opiniones expertas con perspectiva de género y un enfoque bio-psico-social sobre cualquier tema de salud de las mujeres.
Con anterioridad, había sido publicado el libro de poemas El manifiesto de las mujeres viejas (La Oveja Roja, 2020) de la médica, antropóloga y escritora Mari Luz Esteban, una autora feminista que ha investigado mucho poniendo el punto de mira en los cuerpos y usando la autoetnografía como método de estudio. El libro está dividido en tres partes: una primera sección de poemas inspirados por diferentes mujeres mayores que han sido importantes en su vida; una segunda parte donde pone de relieve sus reflexiones generales y los modelos disidentes en los que se inspira; y la tercera, el manifiesto en sí, que es un poema largo donde la autora expone el proceso de envejecimiento y las situaciones, experiencias y emociones que se van transitando, y que constituyen muchos puntos de debate.
Como vemos, en ambas autoras encontramos una reapropiación y resignificación feminista del término "vieja", convirtiendo una palabra que ha tenido siempre fuertes connotaciones negativas y despectivas en una reivindicación y una lucha por su visibilidad y reconocimiento. Obviamente, las dos cuentan con medios y recursos para hacerse oír (su formación y carrera profesional, su clase social, su entorno urbano y feminista), medios de los que no suelen disponer las mayores de los pueblos y cuya forma de vida está muy lejos de la de esas mujeres urbanas... ¿Pero qué piensan ellas de ser viejas? ¿Cómo lo viven? ¡También queremos saberlo! ¿Qué os parece si nos lo contáis de primera mano o le preguntamos a nuestras abuelas, tías, vecinas... y nos lo contamos en los comentarios?
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