Leyendo la prehistoria
El estudio de la prehistoria comienza a darse en el s. XIX. La disciplina, como casi todas, está parapetada tras la mirada del varón - blanco - católico, una mirada que trata con arrogante condescendencia cualquier estado del desarrollo de las sociedades anterior a la revolución industrial. Lo que creemos saber sobre la prehistoria (palabra corta y concisa que abarca más de 100.000 años de la historia de la humanidad), en realidad no está sesgado por la falta de muestras arqueológicas con las que conocer cómo vivían nuestras "tátaras", si no por las ideas preconcebidas con las que los estudiosos leyeron esas piezas arqueológicas.
Estos primeros prehistoriadores atribuyeron el nombre genérico de Venus o mujer desnuda a las muchas estatuillas con forma de mujer que encontraban en los yacimientos, metiéndolas a todas en el saco de lo casual, sin dar importancia al sorprendente hallazgo de un centenar de ellas y que entre ellas no hubiera ninguna representación de lo masculino.
Los prehistoriadores, muy interesados en atribuir grandes hazañas de caza a los hombres prehistóricos, pasaron por alto estos llamativas piezas simplemente porque pertenecía al ámbito de lo femenino y por tanto no tenía más valor que el erotismo que desprende una “venus” o una “mujer desnuda” (nada nuevo bajo el sol).
Mapa en continua construcción donde geolocalizamos los vestigios arqueológicos de adoración a la Gran Madre. Puedes interactuar con él aquí |
“el misterio del cuerpo
femenino es el misterio del nacimiento, que es también el misterio de lo no
manifiesto convirtiéndose en manifiesto en la totalidad de la naturaleza. Esto
trasciende con creces el cuerpo femenino y la mujer como soporte de esta
imagen, pues el cuerpo de la hembra de cualquier especie nos conduce, a través
del misterio del nacimiento, al misterio de la vida misma”
Anne Baring.
Es difícil interpretar las bases
de una cultura de la que no quedan testimonios escritos, pero es necesario
hacer una lectura sensata de los restos que han llegado hasta nuestros días. La
revisión feminista del arte paleolítico y neolítico ha generado una nueva
cosmovisión de la prehistoria. El mito de la Diosa redimensiona las relaciones
entre seres humanos y dibuja la utopía de volver a sentirnos en comunión con la
naturaleza cíclica e inmanente de la que provenimos.
Pareidolia: visiones de
la Gran Madre.
Si la naturaleza toda fue el símbolo visual del soplo vital de la Gran
Madre, es en algunos accidentes geográficos donde se hacía clara la presencia
de la Diosa. La pareidolia – fenómeno psicológico por el cual un estímulo
aleatorio se percibe erróneamente como una forma reconocible – dio especial
significado a cuevas, que se asociaron con la matriz de la Diosa, montañas,
asociadas con los pechos, y al elemento agua (en forma de río, lago, charca)
por asociarse con los fluidos maternos.
La gran mayoría de las estatuillas que representan a la Gran Madre se han encontrado en cuevas. Entre el 30.000 y el 10.000 a.C. las grutas, las cuevas, las cavernas y toda cavidad en el interior de la tierra, fueron santuarios de culto a la diosa Madre, puesto que en ellas se creía entrar en el cuerpo sagrado de la Madre Tierra fértil, al que se atribuía el poder de devolver la vida en un ciclo sin fin.
Tumba-útero de Bryn Celli Ddu. La idea de que la vida renace de los muertos inhumados, se refleja en estas construcciones funerarias galesas, cuya abertura es semejante a una vulva y el interior es un sepulcro de formas redondeadas que simula el útero primigenio.
La tierra acogía a
los muertos en los enterramientos, por eso la tierra se consideraba
transformadora y encontraban en las cuevas lugares sagrados de transformación,
nexo del pasado y el futuro capaces de entrelazar a los vivos, a los muertos y
a los no natos. El útero de la Madre Tierra todo lo contenía y en él todo era
posible, por ello en la profundidad se llevaban a cabo los rituales religiosos
dedicados a la fertilidad y la muerte.
Las cuevas en la antigüedad se consideraban lugares sagrados: el útero de la Gran Madre, la madre Tierra. Por ello no es exagerado hablar de ellas como territorio sagrado. Fueron la sede de las primeras religiones. - no se si a vosotras también os pasa, pero a mi, al entrar en una cueva algo me sobrecoge - Los primeros santuarios en cuyas paredes se pintaba como rito de atracción de la fecundidad de la tierra, de las mujeres y los animales, todo ello vital para la subsistencia de los grupos humanos.
Pared de Las Paridoras, en Peña Escrita. Fuencaliente (Ciudad Real) para saber más |
La tierra era el comienzo de todo. En ella comenzaba la vida, ella contenía en si misma la magia de la ciclicidad y de las cosechas, la capacidad de parir prados fértiles o dejar morir de hambre a los animales y a los humanos.
Imagen recogida de aquí |
La gran mayoría de las grutas, cuevas y cavernas, permanecen húmedas todo el año. Esta cueva de la imagen es espectacular por que el gran contenido de óxido de hierro de la roca hace que, en época de monzones, rezume al exterior agua rojiza, lo que se interpreta como una menstruación anual que acerca la Tierra a la humanidad como principio femenino creador de todo.
O esta otra ermita del s.VII enclavada directamente en la roca, en Olleros de Pisuerga (Palencia), que ha ido ampliándose con los siglos, pero que originalmente era la misma cueva que albergase los ritos paganos anteriores y que posteriormente fue tapiada para evitar cualquier rastro de paganismo que ofendiera al clero cristiano.
Isis amamntando a Harpócrates. Imagen recogida de aquí |
Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha 2022.
Fantastica publicación! Felicidades!
ResponderEliminarLa diosa madre es la única capaz de engendrar vida y su representación es la tierra, la vida, la naturaleza... la que crea vida, por eso se representa con atributos exagerados, saludable y generosa de vida.
ResponderEliminarAntaño las antiguas civilizaciones vivían en perfecta armonía con la "madre", la que sustentaba de todo y era venerada, para que siga siendo generosa.
Hoy hemos perdido esa conexión, vivimos desnaturalizados y no podemos entenderlo, hemos perdido la espiritualidad, la conexión con los cielos abiertos.
Luego llegaron las neoreligiones y su machismo, sustituyendo la figura de la mujer por la de un hombre.
Pasa incluso en la religión cristiana, donde la virgen María (la madre) pasa a un papel secundario y es su hijo quién adopta el papel principal.
Jonay
no llamaría "neoreligiones" a los monoteísmos de dioses absolutos. Para mi la "neoreligión" es la de los adoratrices de la tecnología, única religión de hoy que se ha apoderado del mundo. El libro American Good de Neil Gaiman habla de ello. Gracias por el comentario
EliminarLa interpretación antigua de las semejanzas entre los procesos de vida en la tierra con los procesos de procreación y vida en los humanos sigue existiendo instintivamente, sólo que hemos sepultado en nuestra conciencia la naturaleza de lo que somos.
ResponderEliminarcompletamente de acuerdo con sendos comentarios sobre la Madre Naturaleza.
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