El pelo de la mujer ha sido uno de los símbolos corporales femeninos más señalados y ha estado marcado por infinidad de juicios masculinos.
Voluptas. pintura de Franz von Lenbach (1897) |
El cabello.
El cabello femenino, es el símbolo del erotismo por excelencia. Es por eso que al casarse era tradición cortarse el pelo, de manera que las mujeres no atrajesen las miradas de otros hombres. Ese mismo cometido tiene el velo islámico y la mantilla cristiana. El cabello femenino contenía y contiene el enredo de los enredos. En su concepción masculina lleva implícito el deseo, la atracción, el engaño, el embrujo, la belleza, la necesidad de poseer y el miedo a ser atrapado.
No son pocos los cuentos y leyendas que se entroncan alrededor del pelo de la mujer, estando a la cabeza la historia de Rapunzel, cuyo pelo suelto es el salvoconducto a su libertad. Mujeres libres fueron también las brujas, las tachadas de locas o de prostitutas (fuera o no verdad dicha etiqueta) y es común que se las represente con el pelo largo, suelto y revuelto. La representación de la mujer y su grado de domesticación en la doctrina patriarcal se adivina por cómo se representa su cabello. El grabado que adjuntamos se titula "Sabat de las brujas" en el, Hans Baldung (1510), representa 4 figuras femeninas desnudas, inmersas de noche en la naturaleza. Todas ellas lucen sus cabellos largos y sueltos.
El color del pelo y sus juicios.
Ser rubia es un salvoconducto para que tu inteligencia se ponga en cuestión. Tener el pelo blanco es de viejas. Las morenas tienen caracter. Las pelirrojas son fogosas.... este tipo de juicios están a la orden del día. Creo que es algo que no pasa con el color del cabello de los hombres. Estos prejuicios ridículos en algún momento fueron ciencia, y de aquellos barros, estos lodos. El historiador Georges Vigarello en su obra Historia de la belleza recopila algunos textos medievales en los que se habla del pelo femenino en relación con los humores y el temple de la mujer: "De esos líquidos que fabrican los cuerpos provienen, además, colores y formas. Las jóvenes pelirrojas, por ejemplo, resultan sospechosas de poseer humores viciosos, mientras que a las rubias se las sospecha de tener humores demasiado pálidos […]. Las primeras son malas; las segundas, débiles. Las morenas, por el contrario, serían las más fuertes, de «mejor calor que las rubias para cocinar y digerir los alimentos», para «calentar» a los niños también. Tendrían la fecundidad de las tierras rojizas"
Las pelirrojas fueron tachadas de brujas por el color de su pelo. Entre el s.XV y el s.XVIII - en la caza de brujas - el pelo rojo sobre todo en las mujeres se consideraba una anormalidad y se creía que las niñas que nacían con el pelo rojizo estaban tocadas por el demonio. Se estima que en los 300 años de persecución de brujas, alrededor de 45.000 mujeres fueron torturadas por el color de su cabello (dato rescatado de aquí)
La iconografía medieval hizo que muchos de los personajes considerados malébolos de la biblia se tonaran pelirrojos para dar fuerza a esta teoría de la maldad canalizada en el pelo rojo: Judas, Caín, Dalila, Lilith... son pelirrojos en muchas obras durante toda la historia del arte.
Lilith, Rossetti (1866) |
Vello facial. Mujeres barbudas.
Existen muchas leyendas que hablan del vello facial femenino como don y como castigo divino.
- Como don: Una de nuestras historias favoritas sobre mujeres barbudas es la de Santa Liberata, que siendo ella tan cristiana que está en el santoral, iba a ser casada con un rey islámico por orden de su padre. Tanto desagradaba a la santa tener que compartir vida con un "moro", que todas sus plegarias fueron dirigidas al buen dios para que éste la convirtiera en un ser feo y despreciable, con la esperanza de que su futuro marido dejara de desearla y rompiera el convenio con su progenitor. Así fue. La mañana anterior a los esponsales la mujer amaneció con barba. Su prometido rompió la alianza de matrimonio y el padre. Deshonrado y airado - como solo los padres de antes sabían deshonrarse y airarse - crucificó a su hija como venganza, para que muriera ella como lo hizo aquél que tanto amaba. Fue este bello y paternal acto el que sería su billete directo al cielo y a la santidad.
Imagen de Santa Liberata recogida de aquí |
- Como castigo divino: Existe una leyenda de Toledo, de la Villa de Yepes, escrita y fechada en 1678 (información extraída de aquí) que habla de una mujer tan guapa que estaba atrapada en su vanidad. Muchos eran los pretendientes que tenía, pero a ninguno consideraba digno de su belleza. La bella y engreída dama no quería casarse, tampoco quería que sus carnes morenas murieran de asco encerradas en casa o en un celda de convento. Tal era su vanidad que solo quería lucir el palmito y es por eso que dios la castigó tornando grotesca su belleza y condenándola a ser portadora de un espeso vello corporal que sería demasiado hasta para el oso y hombre más hermoso.
Hoy sabemos que poco tiene que ver dios o el demonio con el bello de las mujeres barbudas, que en realidad sufren una enfermedad que se llama Hipertricosis Lanuginosa Congénita.
José de Ribera pintó «La mujer barbuda» (1631) [imagen de la izquierda] donde aparece Magdalena Ventura con su marido, Félix de Amici, y el más pequeño de sus tres hijos, a quien está amamantando. El retrato fue pintado por Ribera a pedido del virrey de Nápoles, a tono con las obras de enanos y otras personas con problemas físicos o taras, que eran traídas a la corte como motivo de curiosidad y muchas veces se quedaban a vivir allí. Esta mujer se consideraba un prodigio de la naturaleza.
En el s. XVII se comienzan a popularizar los llamados Gabinetes de curiosidades, donde se exhibían seres humanos, animales, vegetales y minerales raros en su especie. Estos gabinetes fueron el germen de los freak Shows y los museos de ciencias del s.XIX y principios del s.XX.
«La barbuda de Peñaranda» (1590) de Juan Sánchez Cotán [figura de la izquierda], un retrato de Brígida del Río - personaje popular del s.XVI a juzgar por las muchas referencias que existen sobre ella en la documentación histórica y la literatura de la época -. Brígida Cotán, la barbuda de Peñaranda, hizo de su barba su gallina de los huevos de oro. Deambuló por toda la Península Ibérica exhibiéndose a cambio de dinero. Así, como una curiosidad de la naturaleza, llegó a visitar la corte de Felipe II en 1590.
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