¿Tú qué prefieres, cuidar o que te cuiden? Esta pregunta se la podríamos formular a todas las mujeres que asumen el cuidado de los miembros de su hogar, familiares y externos: amigas/os, conocidas/os, compañeras/os de trabajo.
La cuidadora informal, y digo cuidadora en femenino porque la mayoría de cuidadoras/es son MUJERES, no pertenece o forma parte de una entidad o empresa de cuidados, sino que cuidan a personas con dependencia. Estas personas se encargan de los cuidados necesarios de asistencia. Es un trabajo que no está remunerado y habitualmente, parte de una voluntad propia, aunque a mí no me gusta llamarla así, prefiero llamarla inercia. Inercia porque es lo normal, porque se hace tal cual viene, porque suele ser la mujer la mejor para realizar esta tarea, porque es costumbre y porque no hay opción al no. La mujer es quien ejerce esta actividad invisible y exigente dentro del sistema del cuidado de la salud; si alguien de la casa enferma, suele ser la madre o la abuela la que cuida.
Asumimos que el cuidado conlleva una connotación de feminización e inequidad, donde el papel de cuidadora principal es el de una mujer sin empleo, de menor nivel educativo, responsable de las tareas domésticas, de clase social baja, familiar directo y que convive con la persona que cuida o que se encuentra cerca para cuidar a quien lo necesite.
Si pensamos en esta descripción y quitamos menos nivel educativo o clase social baja, podríamos encajar esta figura, por ejemplo, en la mayoría de las abuelas que se quedan con sus nietas/os para que sus padres puedan conciliar, puedan tener ocio o lo que necesiten. Las abuelas no se suelen negar al cuidado de sus nietas o nietos, ya que no prestar ese servicio podría significar que no les «quieren».
Las características de las mujeres cuidadoras se han mantenido en el tiempo y a pesar de avanzar en la igualdad de género, es un rol muy estereotipado: mujer, casada, ama de casa y de mediana/avanzada edad, que se entrega al cuidado de su pariente. Las cifras marcan que el 85% de los cuidadores informales son mujeres.
Imagen recogida de aquí |
No puedo obviar el papel del hombre en este rol, y es que el feminismo también está para esto. Los hombres que adoptan el rol del cuidador formal o informal tienen que luchar contra este estereotipo, porque parece que a ellos «no les nace» o «no hay costumbre de ello». El varón suele ser elegido cuando ya no hay mujeres candidatas. El cuidador informal, según los datos, no supera el 8%.
Este tipo de rol acarrea problemas que socialmente son invisibles pero que la persona los sufre. Encargarse del cuidado de una persona con dependencia que ha perdido autonomía y vive encamada o semiencamada, requiere de un gasto muy alto de energía y tiempo. Este tiempo suele durar desde meses hasta años, y se desempeñan tareas que no son agradables, la cuales, si perduran en el tiempo, afectan a la vida de la cuidadora.
Si estás leyendo esto y eres cuidadora o conoces alguna cuidadora, te voy a dar algunas recomendaciones para evitar el síndrome de la cuidadora:
- Intenta involucrar a alguien, no seas la única cuidadora; así podrás delegar tareas y responsabilidades.
- Habla de los sentimientos que tienes y comunica tus temores al resto de la familia, así evitarás sentirte culpable.
- Mantén hábitos de vida saludables, incluyendo el ocio, tiempo libre y autocuidado.
- Evita el aislamiento social, no pierdas el contacto con amigos y personas de confianza.
- Fomenta la autonomía del familiar con dependencia. De este modo, aunque tarde más tiempo, podrá hacerlo él mismo y será una carga menos para ti.
- Los sentimientos negativos son normales en cualquier persona. Si, además, tienes en tus manos una responsabilidad, puede que tengas recaídas, pero te informo de que es normal. Intenta gestionarlos y reconocerlos, así los superarás y no los magnificarás.
- Si consideras que necesitas formación para el cuidado, puedes pedir ayuda a profesionales o realizar cursos formativos para dar un cuidado de calidad.
Yo aún estoy pagando las consecuencias físicas de haber sido cuidadora. Me cambió la vida para siempre.
ResponderEliminarCarmen Isabel
Es una dura tarea. Te entendemos.
EliminarLa sociedad norteamericana - que no es de mis favoritas - hace muy bien eso de tener grupos de reunión para todo. Son una buena herramienta de encuentro entre personas para hablar de intereses y situaciones comunes. Las penas compartidas, son menos penas.
Te mandamos un abrazo.
Yo he Sido cuidadora muchos años,no quiza x gusto sino xq no encontraba empleo de otra cosa,así y todo me capacite y lo hice bien,ahora ya es algo q no conviene,ni x la paga ni x el trato q nos dan,y muchas veces no hay forma de delegar,xq no hay con quién,no te escuchan ni te valoran,ni tu propia familia muchas veces,cuando es así hay q abandonar,x el propio bien.
ResponderEliminarHola Laura, me alegra leerte. Soy la escritora de este artículo. A veces es difícil cuidar a otras personas porque se nos olvida cuidarnos a nosotras mismas, lo importante es que tienes claro tus preferencias y has sabido cuidarte a tiempo. Un saludo
EliminarCuando nuestros familiares se hacen mayores y empiezan a necesitar ayuda o dependen de otra persona que les facilite las tareas del día a día, es necesario buscar a una persona u organización que se encargue de cuidarla. Es la hora de que nuestro familiar entre a una residencia donde la cuiden, den de comer y se mantenga entretenida con el resto de compañeros y compañeras. Podrán recibir visitas de sus familiares y pasar tiempo con ellos los fines de semana.
ResponderEliminarHola Mial, encantada de leerte, soy la escritora de este artículo. Llevar a un familiar a una residencia cuando este ha perdido autonomía es una opción, pero hay familias que prefieren gestionar esa necesidad de otra manera, así mantener a la persona en su hogar y buscar a un o una profesional que se encargue de ellos. También muchas familias prefieren organizarse y cuidarla entre todos. Lo importante es que la responsabilidad no caiga solo en una persona y así evitar el síndrome de la cuidadora que tanto estrés genera. Te animo a que sigas leyendo más artículos de la revista. Un saludo
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