Her Itage: el patrimonio musical de las mujeres en el centro de la investigación


 Seguro que muchas de las que estáis por la provincia de Cuenca ya conocéis Her Itage, el proyecto musical con perspectiva de género que lideran Marta Aparicio y Elena Martínez y con el que se han propuesto recuperar y difundir el trabajo de las mujeres en la música para luchar contra la falsa idea de que nunca estuvieron o no tuvieron la calidad necesaria para ser recordadas. Seguro que muchas también habéis ido a alguno de sus conciertos, se os ha puesto la carne de gallina con la fantástica voz de Elena y los exquisitos arreglos de Marta en la guitarra. A las que no, esta entrevista os servirá para acercaros al trabajo y la visión de estas talentosas jóvenes de Vellisca (112 hab.) y Quintanar del Rey (7616 hab.) que, apenas aterrizadas en los treinta, están sacudiendo y revolucionando el panorama musical conquense que adolece de estar bastante saturado de hombres. Gracias a ellas, la música en Cuenca comienza a tener nombre de mujer.

¿Cómo os conocéis y cómo decidís poner en marcha este proyecto?

ELENA: Nos conocimos en la jam session que se hace en el bar Los clásicos y vimos que éramos de las pocas mujeres músicas aparte de cantantes. Así que pensamos: ¿por qué no hacemos un dúo? Y así fue. Empezamos haciendo dos conciertos en un restaurante como dúo normal. Y luego, conociéndonos un poco más, vimos que compartíamos valores feministas trasversales a nosotras como mujeres y maneras de estar en el mundo y códigos emocionales también muy parecidos.

¿Cómo decidís tener un repertorio dedicado a visibilizar a las mujeres?

MARTA: Igual que nos dimos cuenta de que no había muchas mujeres músicas sobre el escenario, también nos dimos cuenta de que tampoco había muchas programaciones -de cualquier estilo de música- en las que se incluyeran canciones  de compositoras o que hayan sido popularizadas por mujeres. Entonces dijimos: ¿por qué no hacemos un repertorio en el que solo toquemos canciones compuestas e interpretadas históricamente por mujeres? Había mucha falta en los escenarios y por eso nosotras sentíamos que teníamos la necesidad de hacerlo. 

Además de interpretar las canciones, soléis contextualizarlas con información relevante sobre las compositoras o las protagonistas... Se nota que, detrás del espectáculo, hay un proceso de investigación importante...

E.: Sí, lo que nosotras hacemos es investigación aplicada a distintos contextos, ya sea a través del repertorio o a través de talleres de música popular en el medio rural o de ponencias que hacemos en el ámbito académico con un cariz científico. 

 

¿Podríais compartir con nosotras alguna historia que hayáis descubierto en vuestras investigaciones y que os haya sorprendido?

M.: En realidad todas las historias son muy potentes. A mí personalmente una de las cosas que más me sorprendió fue el descubrimiento de una compositora de música clásica que se llama Claudia Montero, que tiene cuatro premios Grammy, unas piezas preciosas, y que no se programa en ningún sitio. Nadie la conoce de absolutamamente nada, ni siquiera lxs que venimos de los conservatorios y el ambiente académico. ¿Por qué no se programa? ¿Qué está pasando?

E.: Justo lo mismo que  Alicia de Larrocha: pianista que ha ganado también cuatro Grammys, compositora e intérprete maravillosa, que Marta me recomendó y que yo, siendo mujer y pianista, no conocía... Nosotras mismas, que ya estamos metidas en la materia, nos vamos sorprendiendo con cada descubrimiento.

M.: O las canciones populares que recogió Lorca... Que, de repente, cuando te pones a investigar, te enteras de que las recogió junto a una mujer, la Argentinita, una bailaora que también hacía cosas de cante... No estaba él solo y dices cómo puede ser que no lo sepamos...

Habláis de historias de silenciamiento y discriminación de estas artistas... Y vosotras, ¿habéis sentido desigualdad en el mundo de la música en vuestras propias carnes?

M.: Sí, sí. Constantemente.

E.: ¿En cuál de los ámbitos: en la música clásica, la moderna o la verbena?

M.: En el que quieras... En todos. Es obvio lo que vamos a decir, pero tienes que demostrar diez veces más para conseguir subir un escalón.

E.: Y aguantar que te expliquen cosas. Eso lo llevo muy mal... Porque nosotras gestionamos absolutamente todo del proyecto, desde el primer cable que se pone hasta la comunicación y logística, y hemos llegado a sitios en los que vamos con el equipo y nos han preguntado: ¿pero esto es vuestro, pero quién lo monta? Nos han intentado explicar cómo se ponen los cables... O tienes una autoestima que te cagas o la finges (eso es así, es aplicable a las mujeres en todos los ámbitos) o te comen... Muchas veces estamos en modo supervivencia y es muy complicado gestionarlo de otra forma que no sea poniendo muchísimos límites o fingiendo esa seguridad apabullante... Porque tener una autoestima y una salud mental privilegiada me parece un sueño -y más si eres mujer-. Es jodido, pero como estás acostumbrada, te lo tomas como venga, otra más.

M.: Además, ya vas pensando que algo te van a decir o que algo va a pasar, entonces ya vas directamente mostrando una seguridad mucho mayor que la que realmente tienes dentro, como para decir "no me vaciles, que voy a hacer mi trabajo, déjame en paz".

¿Y violencias más explícitas?

M.: A ver..., si te refieres a violencia física no, claro. Pero en algunos conciertos han intentado engañarnos. Después de haber negociado las condiciones, cuando llegas allí hacen como que te lo estás inventando todo, aun estando por escrito muchas veces, y tienes que volver a renegociar demostrando que lo que está escrito es lo que se ha quedado apalabrado. 

E.: Otra cosa que pasa en el mundo de la música también es que sientes que tienes que ser un objeto de deseo. Al no ser el arquetipo clásico de mujeres, sientes que, a veces, el ambiente es distinto.

Habéis comentado que la seguridad en una misma es una forma de protegerse en el mundillo de la música, ¿cómo lleváis el tema vosotras?

M.: Las inseguridades están ahí constantemente. Al final, tú sientes que tienes que demostrar más y eso te genera inseguridad. También porque te quieren hacer ver que no estás llegando a lo que se pretende que hay que llegar... Y, al final, ¿cómo se trabaja? Pues con terapia y compañeras con las que estés a gusto trabajando, con las que puedas expresarte como realmente quieres hacerlo.

E.: Una de las cosas que siempre hemos comentado desde que trabajamos juntas es el tema de los cuidados... Trabajar con alguien con ese nivel de cuidados, para mí, es completamente nuevo. No tenemos nada que demostrarnos, hay pocas cosas que explicar, todo se habla y la comunicación es súper fluida. 

Ambas habéis crecido y vivido en el pueblo hasta la adolescencia. ¿Vuestro contacto con la música comenzó allí o una vez os mudasteis a la ciudad?

M.: Yo empecé a dar clases de guitarra con una profesora, Rian, que venía a Vellisca los viernes por la tarde, porque mi madre y mi abuela, que son unas apasionadas de la música, nos animaron y nos apuntaron a mi hermana y a mí... Ella lo dejó pero yo quise continuar y me vine a estudiar en el Conservatorio de Cuenca y luego al Superior de Madrid.

E.: Yo empecé en la Escuela Municipal de Quintanar del Rey con la Banda. Me venía de tradición porque mi abuelo estuvo casi ochenta años en la banda... Y luego, he pasado un poco por todo: la clásica, el rock, el heavy, la verbena... 


¿Cómo es la relación que tenéis con el medio rural en vuestro trabajo?

M.: Nuestro vínculo con el medio rural está en todo lo que hacemos: la mayoría de nuestros conciertos son en entornos rurales y lo mismo que contamos en la Universidad en las charlas, lo contamos en cualquier pueblo de la comarca... También realizamos talleres de música popular para mujeres... Es de dónde venimos y eso es importante.

E.: El 90% de los conciertos que hacemos son en el medio rural. En cuanto a los talleres, hacemos grupos reducidos de mujeres porque queremos que sea un espacio seguro, donde compartan cultura más allá de los propios espacios de ocio que puedan tener a través de la asociación de mujeres, que son los núcleos duros de dinamización de los pueblos. Les enseñamos ritmos, acordes sencillos, les hacemos pasar por todos los instrumentos (guitarras, bandurrias, teclado, percusión, castañueñas...) para que ninguna sienta que se queda atrás, porque una de las cosas que nos hemos dado cuenta es que las mujeres están pidiendo perdón todo el rato por no saber. Tras los talleres, hacemos un pequeño concierto, con algunas canciones nuestras y dos o tres canciones, dependiendo de los días de taller (tenemos varios formatos: de un día, de dos, de semanas...), en los que ellas se suben al escenario y tocan con nosotras. Siempre nos han dado muy buenas sensaciones siempre y acabamos con chocolate y magdalenas o rosquillas [risas].

Para terminar, ¿nos podéis contar un poco cómo está ahora mismo la organización de las mujeres en vuestros pueblos?

M.: Hay mucho movimiento de mujeres... Tienen muchas actividades propias: organizan salidas a exposiciones a Madrid, el Día de la Mujer Rural, han hecho obras de teatro toda la vida, promueven clases de pintura, de teatro, de música... Todo lo que ha estado en sus manos lo han hecho y, gracias a que ha habido unas mujeres organizando las clases de música, a día de hoy yo me dedico a la música. Algo tan bonito como eso, creo que no lo hay.

E.: Yo de Quintanar me fui hace muchos años y estoy menos en contacto, pero en Villalpardo, que es el que frecuento habitualmente, he alucinado con lo que se mueve la Asociación de Mujeres. Hacen de todo: talleres de fotografía móvil, alfabetización digital... Y eso la verdad es que es súper potente. 

 *

 ¿Qué, os habéis quedado con ganas de más, verdad? Pues buscadlas, ellas estarán encantadas de abriros la puerta del universo Her Itage en el formato que mejor se adapte a vosotras o a vuestros pueblos: concierto, charla o taller de música para mujeres. Sea como sea, tendréis diversión, aprendizaje y comunidad asegurados. Podéis contactar con ellas pinchando sobre este enlace. Ya veréis... y ya nos contaréis.  


 


 





Comentarios