Alguien da la señal de aviso. Instantáneamente, sueltan lo que tienen en las manos y salen corriendo, dejando a medias su trabajo en el campo. Se ponen delante de camiones y máquinas impidiendo su paso. Se abrazan a los árboles y así permanecen el tiempo que sea necesario, hasta que aquellos se retiran. No dejarán que los corten. Da igual quiénes estén enfrente (contratistas extranjeros o indios, trabajadores, autoridades, policías, sus propios maridos), dan igual sus amenazas o sus sobornos. No negocian. Tienen claro a qué tres cosas no renunciarían nunca: a su libertad, a sus bosques, a su alimento. Sin ellos, dicen, no son nada, serían pobres.
"Este bosque es nuestra madre. Cuando falta comida, venimos aquí a recoger hierbas y frutas secas para alimentar a nuestros hijos. Encontramos plantas y recogemos hongos en este bosque. Ustedes no pueden tocar estos árboles", les espeta una campesina a un grupo de hombres con hachas que se dirigen al bosque.
El movimiento ecologista Chipko, feminista y pacifista, nace en los años 70, sustentado por el pensamiento y las acciones de discípulas de Ghandi y otras líderes locales en la región de los Himalayas, en India; mujeres que, como Mira Behn, empiezan -ya en los años 50- a advertir los daños que ocasiona la salvaje explotación comercial de recursos forestales de la zona: grandes inundaciones de pueblos y tierras, pérdidas de cosechas, corrimientos de tierras…
"Ver estas desastrosas inundaciones me indujo a investigar todos los veranos la región norte de Pashulok, de donde provenían. Indudablemente el motivo era la despiadada deforestación y el cultivo de pinos con fines de lucro en lugar de árboles de hoja caduca. Esto me llevó a denunciar ante los funcionarios del gobierno lo que estaba sucediendo y a emprender un proyecto comunitario en que edifiqué un pequeño centro y me centré en el problema forestal".
Estos centros (ashram) promovidos por mujeres fueron muy importantes para el movimiento, porque sentaron la base filosófica y organizativa: las mujeres que allí se reunieron pudieron capacitarse así como concienciarse de la importancia de los bosques para su subsistencia AQUÍ COMPLETAR, sobre su propio valor y el de su trabajo. En el de Sarala Behn, por ejemplo, además de educar a las montañesas de Kausani, les enseñaba que no eran "bestias de carga sino diosas de riqueza, puesto que criaban animales, producían alimentos y realizaban el noventa y ocho por ciento de las tareas agrícolas y ganaderas". El de Bimla Behn, su discípula, en Silyara, "se convirtió luego en fuente vigorizante de Chipko", según Vandana Shiva.
Desde las primeras protestas y, sobre todo, a partir de 1973, el movimiento se extendió por muchas otras regiones de la India gracias a personas "propagadoras" que, como Hima Devi, llevaban el mensaje pueblo a pueblo:
"Mis hermanas se encuentran ocupadas cosechando el Kharif. Están ocupadas aventando grano. El mensaje que traigo es de ellas. Detengan la tala de árboles. No hay árboles si quiera para que se posen los pájaros. Las bandadas de pájaros van a nuestros cultivos y los comen. ¿Qué vamos a comer? Está desapareciendo la leña: ¿cómo vamos a cocinar?"
Así iban concienciando a sus habitantes, sumándolos a su causa, involucrándolos en procesos políticos horizontales y descentralizados de resistencia, de desobediencia civil y acción directa no violenta; a la vez que implementando programas de reforestación y eco-desarrollo.
Las mujeres de Chipko ejercieron un liderazgo totalmente descentralizado, conectadas unas a otras horizontalmente, sin jerarquías. No inventaron el corazón de la protesta, el acto mismo de abrazar árboles que da nombre al movimiento (chipko en hindi significa: 'abrazar', 'aferrarse a algo'). Se inspiraron en la acción que lideró otra mujer, Amrita Devi, en el s.XVIII: cuando el señor de las tierras que ella y su comunidad habitaban quiso ampliar su palacio, mandó a sus hombres al bosque para conseguir madera y ella intentó evitarlo abrázándose y atándose a un árbol. Otras más de trescientas personas de la comunidad Bishnois, a la que pertenecía, la siguieron e hicieron lo mismo. Todas fueron masacradas. Sacrificaron sus vidas para salvar los árboles que para ellas eran sagrados: para esta comunidad la naturaleza es santa, no pueden dañar ni quitar la vida de ningún ser, para ellxs todxs tenemos el derecho a la vida y a compartir todos los recursos. Tienen claro que "dañar el entorno es dañarse a unx mismx".
Masacre de Khejarli |
Si hoy en día se conoce Chipko como un movimiento organizado y sustentado mayoritariamente por mujeres, ha sido, entre otras cosas, gracias a la labor divulgativa de Vandana Shiva, quien ha hecho hincapié en visibilizar su protagonismo y rescatar los nombres de muchas de ellas, ya que en su momento su labor permanecía invisible a la sombra de las figuras masculinas que eran minoría pero acaparaban toda la atención. Otro de los objetivos por los que, según ella misma, ha compartido la experiencia de estas poderosas mujeres ha sido para que las demás recordemos siempre que no estamos solas, que no estamos dando los primeros pasos, que otras ya anduvieron estos caminos antes, lo cual es muy importante para un movimiento en la defensa de cualquier derecho y del territorio.
Fuentes:
Shiva, Vandana (2007 [1988]): Abrazar la vida. Mujer, ecología y desarrollo. Ed. Horas y horas
Arango, Isel: "Abrazadoras de árboles: género y ecologismo en el movimiento Chipko" en AlasTensas
Artículo financiado por el Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha 2022.
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