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Hace unos meses vi que un ayuntamiento publicaba una oferta de trabajo de «asistenta social», algo que me impactó debido a que es un término obsoleto, que se utilizaba en los años 80. Desde finales de esta década, la profesión cambió, se instauró una carrera universitaria llamada Trabajo Social y quienes lo estudiaban eran trabajadoras y trabajadores sociales, no asistentes sociales.
La trabajadora o el trabajador social basa su labor diaria en la búsqueda del bienestar social de todos aquellos que necesitan atención. Se encarga de buscar recursos para prevenir, tratar o reconstruir a quien necesita ayuda para mejorar. Pensamos que las y los trabajadores sociales solo están en servicios sociales, pero también los podemos encontrar en:
- Sanidad: en todos los hospitales hay un/una trabajadora social coordinándose con los recursos de la zona para dar respuesta a las demandas que le llegan.
- Educación y formación: para afrontar problemas como el bullying o participar en la mediación familiar, además de ejercer como docentes formando a alumnos que se decanten por la rama sociosanitaria.
- Justicia: como asesores psicosociales a jueces, con tareas de mediadores, en centros de internamiento, seguimiento y control de presos o inserción laboral.
- Empresas: No está muy normalizado en España, pero en Castilla-la Mancha tenemos un gran ejemplo del que hablaremos en próximos artículos.
- Vivienda: Gestionando programas de vivienda de protección oficial o dinamización comunitaria de barrios.
- Tercer Sector: en Asociaciones u ONG que se dedican a combatir la exclusión social.
El trabajo social, como cualquier profesión que se dedica al bienestar de otras personas, es una profesión feminizada. ¿te has parado a pensar en cuantos trabajadores sociales conoces? Sí, en masculino, porque hay profesiones que están feminizadas y, como ya he repetido en otras ocasiones, el feminismo también es para esto, para visibilizar lo que no se ve.
Decir que históricamente todas las tareas feminizadas han estado poco valoradas. Convertirlas en profesiones, pagarlas y bien nombrarlas es una forma - la mas fácil - de dignificarlas y ponerlas en el lugar de importancia que merecen. Todas hemos escuchado hablar de las cuidadoras de residencia como «limpiaculos», y es verdad, limpian culos, pero no solo eso. También atienden a nuestros seres queridos dependientes en su alimentación e higiene diaria, los atienden en sus necesidades de medicación, movimiento, comunicación, los apoyan psicológicamente escuchándolos y tratándolos con amabilidad y los acompañan en sus actividades diarias. Es porque hacen todo esto que llamarlas cuidadoras también es denigrante, ellas son auxiliares sociosanitarias. Pueden trabajar en centros residenciales de personas en situación de dependencia y centros de día: para mayores, menores de 65 años, de atención especializada y en los SAD (Servicio de Ayuda a Domicilio).
Las auxiliares sociosanitarias son una parte fundamental de los centros e instituciones; sin ellas no podría girar la rueda ya que se encargan de acompañar a las personas usuarias mejorando así su calidad de vida.
Artículo financiado por el Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha 2022.
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