El otro día una amiga me comentaba que una amiga suya está agotada. Es catedrática de universidad en una disciplina técnica y su escuela ha decidido que en todos los tribunales de grado, máster, tesis doctoral y plaza de titular debe haber alguna mujer. Como son muchas menos mujeres en la plantilla, al final ella hace aproximadamente cuatro tribunales por cada tribunal que hacen sus compañeros varones.
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En un artículo anterior, hablaba de la complicación a la que nos encontramos si queremos fardar o simplemente contar nuestros logros de manera aséptica. También he hablado del dilema de la conciliación entre los distintos aspectos de una vida, cuando el trabajo es exigente, cosa que sucede en la mayoría de los trabajos y, desde luego, en los trabajos masculinizados. Pero esa no es la única complicación extra que tenemos por ser mujeres en trabajos masculinizados, complicaciones que nos llevan a un sobreesfuerzo con respecto a compañeros varones para desarrollar el mismo puesto laboral o acceder a uno superior.
El caso de la catedrática con el que
comienzo este artículo no es único. Ya en 2016, en La Hora Violeta - el programa
de radio que comenzamos a hacer gracias a mi amiga Erica - hicimos un encuentro donde tres mujeres relacionadas con la ciencia y la tecnología. Una de ellas, Elvira, comentaba que para que hubiera representación
de mujeres en el entorno de Live Coding madrileño, al final ella y su hermana
tenían que currar más que los compañeros varones del colectivo.
Mucha gente piensa que ya hemos avanzado
mucho. Y razón no les falta: por lo pronto los porcentajes de chicas estudiando
ingeniería han aumentado con respecto a los años 80 (aunque han decrecido en
los últimos 10 años). Parte del machismo más agresivo se viene
denunciando cada vez más y ya no tiene la aprobación social. Además,
tenemos un montón de información y libros sobre mujeres científicas y cada 11
de febrero y cada 8 de marzo nos llaman de varios lugares para que - por
supuesto gratuitamente y por el amor que profesamos a la causa - vayamos a dar
una charla profesional donde contemos la situación actual y nuestra propia
experiencia como mujeres científicas.
Que las mujeres realicemos tareas gratis y voluntariosamente para que haya representación femenina es otra de las muchas trampas de este entorno laboral. Las mujeres que consideramos que conseguir un entorno igualitario es importante, en numerosas ocasiones terminamos asumiendo trabajos no incluidos en nuestras jornadas ni en nuestros salarios “por amor a la causa”. Con frecuencia lo hacemos de buena gana, pero nunca es plato de gusto oir a tus compañeros varones comentar: “claro es que como crees en ello… qué buena causa, ¿no?” A lo que te entra ganas de contestar: “Efectivamente, en lo que tú (señoro) te tomas un café, yo me tomo un café y preparo una charla para ir al cole de mi barrio. Ese día iré de gratis, vendré corriendo al trabajo y saldré tarde haciendo horas extras, para terminar mi jornada entera”. Sin embargo, sonríes y dices: “sí, es muy importante”.
Este es el trabajo voluntario y gratuito que da nombre a este artículo. Nunca sustituye a otras tareas, no sirve para promocionar, ni se tiene en cuenta profesionalmente. Algunas de las autoras que han hablado sobre ello los llaman también non-promotabletasks, (NPTs) o incluso tareas del hogar de la oficina.
Hay otros muchos tipos de trabajos trampa para las mujeres en el entorno
laboral. Trabajos que no son remunerados y que suponen un sobreesfuerzo añadido
a todos los otros sobreesfuerzos que vengo comentando en esta sección.
Son trabajos como organización interna,
restructuración del espacio, tomar actas y preparar reuniones, documentación,
acogida de personal recién llegado a la empresa, organización de eventos puntuales o incluso comprar los
regalos de empresa. Realizar actos para los días contra el machismo, o
participar en las actividades que realiza la empresa en temas de igualdad.... Trabajos
que se añaden a la lista de tareas sin restar alguna otra tarea, sin
remuneración extra ni intención de reconocimiento al corto, medio o largo plazo. Como mucho unos cuantos “muchas gracias” y una invitación a un café
o comida profesional.
“Todos esperamos más o menos que las mujeres digan sí a este trabajo. De hecho, esta expectativa significa que los gerentes tienen un 50% más de probabilidades de preguntarles a las mujeres cuando se trata de un trabajo que nadie quiere hacer.”
Imagino a muchos consejer@s de dirección diciendo: “Tomemos medidas de igualdad en la empresa. Que las trabajadoras hagan no sé qué, y además les preguntamos no sé cuánto y añadimos una foto de todas ellas. Y si alguna quiere que vaya al cole de su hij@ en la jornada laboral y cuente su experiencia como mujer”. Les falta añadir: “Que queden bien cuquis en nuestras RRSS y ellas tan felices de estar por la causa haciéndonos el trabajo gratis, trabajo que no va a redundar en menor brecha de género en esta nuestra empresa.”
A ninguno se le han ocurrido ideas tan innovadoras como reducir la brecha de género imponiendo forzosamente a una directora/rectora/presidenta - por supuesto cualificada para ello, de las que estoy segura que hay en sus empresas - ¿por qué no?... nos estaríamos perdiendo la posibilidad de tener algún buen director/rector/presidente, pero no sería ni más ni menos que lo que ya viene sucediendo según este artículo.
No me invites a organizar un evento o ir a una charla, dame un puesto mejor y págame por ello. Y si quieres que ese puesto incluya la organización del evento o dar la charla, entonces que contabilice en la jornada laboral.
Dejo el enlace a este artículo donde lanzan algunas otras ideas para mejorar - cómo evitar sesgos en procesos de selección, anonimizar los CVs para que no se sepa el género de la persona, incrementar las mentorías entre mujeres y establecer criterios salariales claros y tablas de aumentos generalizadas para la empresa, limitar las jornadas laborales interminables - seguro que muchas de ellas son muy útiles en empresas donde no se haya abordado aun este tema.
Creo que los nuevos planes de igualdad - ahora obligatorios para la mayoría de empresas e instituciones estatales - van en esa dirección, aunque hay muchas situaciones de desigualdad que siguen quedando invisibles. Estas medidas son necesarias, pero también son insuficientes si tras ellas paramos de analizar y observar o si únicamente sirven para salir del paso y tapar las cuestiones más sutiles que seguirán estando ahí como es la cuestión de los trabajos trampa.
“No les hace falta razonamientos de ningún tipo. Por poner un
ejemplo, un hombre y una mujer limpian cristales en una empresa. El puesto
laboral de ella se conoce como limpieza. El de él mantenimiento. ¿Se entiende así que él gane más dinero que
ella? Por razones semánticas, lógicamente" [...]
Hace un
tiempo estaba viviendo una situación laboral en la que veía que el trabajo
trampa crecía y crecía y el trabajo productivo era cada vez menor. Me
habían dicho que en ese momento no podía pedir un aumento salarial pero que
esto repercutiría en el futuro. Pedí a mi jefe que me diera por escrito las
tareas y objetivos que esperaba de mí. ¿Creéis que lo conseguí? Por supuesto
que no. El aumento salarial tampoco.
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Distribuirlos al azar, o realizar turnos son algunas de las posibilidades que este artículo ofrece para los trabajos trampa. Pero todo ello comienza con hacerlos explícitos y asumir las consecuencias asociadas con asignar un extra de trabajo a una persona cualquiera de la plantilla, que quizá ya tiene la jornada laboral completa. “Las organizaciones pueden hacer muchas cosas. Comprender y documentar quién hace qué es muy útil para poder poner luz en quien está haciendo estas NPTs.”
Creo que los trabajos trampa son una de las claves de esta desigualdad más sutil pero muy nociva para muchas de nosotras. Otra es la cuestión de la credibilidad de la que ya he hablado.
Por todo esto, una vez más afirmo que las mujeres en puestos masculinizados somos mejores profesionales que nuestros homólogos varones, porque tenemos más complicaciones con las que cargar por el simple hecho de estar en ese puesto de trabajo.
Entre tanto: me declaro IMPOSTORA.
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