“La mayor
objetividad posible es la subjetividad confesada”
Carmela Ruiz de la
Rosa
Hace unos años escuché esta frase de Carmela y de repente
algo se colocó dentro de mí. Siempre había pensado en la ciencia como una disciplina objetiva y a la vez, mis vivencias como mujer científica, me hacían encontrarme con historias de investigaciones taaaan
sexistas. También dice Angela Saini en el mencionado libro “Superior” que la ciencia
tiene como límite los propios límites de las personas que la ejecutan, sus
ideologías atraviesan las investigaciones que realizan.
Hace unos días leía el libro de Rebeca Solnit “El
arte de perderse”, que una científica compañera me regaló hace poco. Y dice: “La
mejor forma de tratar la verdad es no pretender que uno tiene una relación
incontestable e imparcial con los hechos, sino revelar los propios deseos e
intereses, pues la verdad no reside exclusivamente en los acontecimientos, sino
también en las esperanzas y las necesidades. Muchas de las historias sobre las
que he escrito han sido historias ocultas, perdidas, ignoradas, tan amplias o
amorfas que han pasado desapercibidas para otros, historias que no son parcelas
bien delimitadas que pertenecen a alguien, sino senderos y ríos sinuosos que
atraviesan múltiples parcelas y que no son propiedad de nadie. […] Lo llamo las
referencias abuelas"
El feedback que recibo tras estos 20 artículos ha sido muy positivo con mensajes llegados de gente cercana y de gente desconocida, incluso desde el extranjero.
- Me he centrado en el síndrome de laimpostora porque creo que es uno de los grandes lastres que arrastramos tantas personas - mayormente mujeres - que nos dedicamos a realizar tareas típicamente masculinizadas. Las mujeres que trabajamos en entornos masculinizados somos excelentes y los indicadores más objetivos así lo muestran con notas muy altas y premios en las candidaturas al trabajo y no a la persona.
- Continué hablando de otras situaciones como no ser escuchada por compañeros.
- La dificultad de que la credibilidad que se da a un homólogo se nos otorgue también a nosotras.
- La dificultad para optar en igualdad de condiciones a puestos depoder,
- La cantidad de trabajos trampa que nos “llueven”.
- El efectoMatilda.
- La dificultad de conciliar y sobre todo la dificultad de hacerlo silos hombres no lo hacen.
- Dos artículos sobre elsíndrome de la abeja reina en colaboración con Guada.
- También quise tímidamente hablar de la interseccionalidad y otros dos sesgos que empapan los estudios científicos: el racismo y la lgtbifobia y la falta de igualdad en el acceso a los puestos de trabajo a personas racializadas y personas lgtbi, sobre todo trans.
- Por último, he incluido dos capítulos sobre lo que en mi opinión han de hacer los señores para cambiar esta situación y lo que las mujeres podemoshacer para llevarlo con menos carga y responsabilidad.
Muchas personas tiran del argumento facilongo
de la conciliación y la maternidad para responsabilizar a las propias mujeres de no
conseguir por ellas mismas reducir el techo de cristal. Claro que son factores
que son importantes, pero no son los claves para hablar de desigualdad. Estoy
convencida de ello porque durante muchos años he dejado en segundo lugar mi
vida personal y me he centrado en lo laboral. Y una y otra vez me he chocado
con diversos muros, diversas trabas - algunas de las cuales he ido nombrando en esta sección - que me han hecho ver que no dependía de mí, o mejor dicho, no solo dependía de
mí y no todo dependía de mí.
Al pensar en esta sección al inicio tenía claro que quería hablar de sesgos y de personas, pero al ir escribiendo y materializando mis ideas en artículos los artículos sobre sesgos se han apoderado de mi escritura, se han expandido y han ocupado los 20 artículos de esta año 2022.
En realidad hace tiempo que me di cuenta de que al final lo que importa es nombrar nuestra realidad, contar nuestras vivencias y ponerlas en el mundo a resonar. Por eso, en esta temporada de IMPOSTORAS he pretendido hablar de mis propias vivencias y situaciones y a la vez recopilar información relacionada con esto mismo, para al final mostrar uno de mis grandes aprendizajes tras 10 años relacionándome con los feminismos y con mujeres feministas: todas repetimos las mismas anécdotas, las mismas vivencias sexistas. A menudo pensamos que son un problema nuestro, algo individual, pero es algo social, se llama machismo y todo está impregnado de ello.
A la vez hay numerosas cuestiones que se han quedado en el
tintero en esta sección, sesgos que no he abordado como el efecto mateo, el
acoso y abuso laboral por cuestión de género, acoso sexual en el entorno
laboral, sexualización de las mujeres técnicas y otros factores de
discriminación en el acceso a puestos de poder como el capacitismo, la
gordofobia, los recursos económicos, etc.
Uno de los aspectos más importantes que se han quedado en el
tintero y que quizá piense en atajar próximamente es el tema de los referentes
y los modelos. Al menos quiero dejar aquí un vídeo que cada vez que lo veo meemociona, que conecta a dos generaciones de científicas contando una y otra vezla misma historia: Meeting my role models donde Shruti Mandhani entrevistó a algunas de sus referentes y científicas de alguna generación
anterior, las cuales vivieron situaciones más complicadas que nosotras, siendo
por ejemplo la única mujer en una conferencia de cientos de personas o “la
primera en” hacer tantas cosas. Si para nosotras es difícil romper el techo de
cristal... ¡imagina cómo fue para la primera mujer que lo rompió!
Shruti Mandhani, imagen del video recomendado |
Otro tema que quise haber abordado tenía que
ver con cómo la COVID ha profundizado la desigualdad y corremos el riesgo de
que en lugar de ayudarnos a ver que o “llegamos todos o no llegamos” - como se
vio durante los peores días de pandemia - nos sirva como excusa para hacer lo
que individualmente nos de la gana y nos aleje del resto de personas, sobre
todo de las diferentes. How COVID deepened
gender inequality.
Fuimos capaces de tener algo parecido a una
vacuna en un periodo récord, y eso fue gracias a la colaboración de diversos estamentos de conocimiento, económicos, sociales y a la aprobación de la
ciudadanía para centrar los esfuerzos en algo en lo que nos iba la vida. Hemos
demostrado que podemos ser más solidarios y que la ciencia es algo importante.
Espero que no se nos olvide.
Imagen recogida de aquí |
En estos artículos no he pretendido ser
objetiva, sino mostrar mi subjetividad, mi contexto, como indicaba en la cita
con la que abro este artículo. Pensé inicialmente que debía buscar muchas más
referencias y basar argumentaciones en estudios y datos… los datos nos hablan,
lo pensaba y lo sigo pensando. Sin embargo, creo que quien quiere acceder a los
datos hoy día lo tiene tan fácil que no soy yo quien para “desgranar” ese
fruto, lo puede hacer él o ella misma. Pero de mi experiencia y de cómo lo he
vivido solo puedo hablar yo, creo que es lo que mejor puedo aportar. Y creo que
ha sido una buena decisión.
Tras estos 20 artículos llegamos a la conclusión de que el síndrome de la impostora y las situaciones laborales de las mujeres en puestos de responsabilidad puede no resonar en muchas mujeres, pero a algunas de nosotras nos resuena y nos pone a vibrar a tope, como si las campanas de nuestro interior de repente hubieran conectado entre ellas, entendiendo las cosas que nos han pasado durante años, conectándolas entre sí. Saber que no solo me pasa a mí y ver que es un problema social, patriarcal y capitalista nos sirve para barrer culpas, vergüenzas y miedos. Nos sirve para saber que no solo depende de mí y no todo depende de mí.
Repito un párrafo que me salió de las tripas hace un par de meses y que incluí en un artículo anterior:
“Quiero dejar clara
una cosa: yo no elegí llegar hasta aquí. Y ojalá no lo tuviera que estar. Nunca
quise ser feminista, nunca quise hacer un programa de radio, dar talleres en
escuelas o escribir artículos contando mi vida. Yo quería trabajar como una más,
y de camino me choqué de frente con lo que estaba pasando y no quería ver. Y no
pude dejar de verlo más. Y pasé a verme interpelada por una realidad que vivía
y que se repetía en tantas personas a mi alrededor (mujeres, pero también otros
colectivos como personas racializadas, de clase obrera, cuerpos no normativos o
con diversidades funcionales, etc.).
Ojalá la divulgación que hacemos tantas mujeres en ciencia no hiciera falta. Me encantaría estar ahora limitándome a hacer un trabajo de investigadora y docente, pasar tiempo con mi familia y amistades, estudiar mis cositas… y no tener que estar aquí escribiendo palabras y temiendo que suenen revolucionarias. Porque lo único que quiero es ser considerada igual que mis compañeros varones. Quiero ser profesional, quiero ser mediocre, quiero ser líder, quiero ser una trabajadora más, con sus aspiraciones y sus retos similares al resto. Quiero que todo eso pueda ser a la vez. Y hoy día no lo es."
Termino temporada con música, compartiendo una canción que me pone las pilas: Contra Todo de Ileana Cabra, Ile: https://www.youtube.com/watch?v=_UqA4_wci04 Así que por mí y por todas mis compañeras: me declaro rebelde impostora.
Nos vemos en el 2023.
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