Se la conoce en la historia como María la Buena, por su labor negociadora y pacificadora ya que evitó la guerra en varias ocasiones. Fue una mujer de la nobleza que llegó al poder por muerte de los varones de la familia y en sustitución de ellos por estar en prisión o ser hijos menores de edad.
Es hija de Diego López de
Haro III y de Juana Alfonso de Molina, hermanastra de la reina María de Molina,
la esposa de Sancho IV.
María se casó con otro de
los hijos de Alfonso X el Sabio, el infante Juan el de Tarifa, pero vivió poco
tiempo junto a él. Al año de haberse celebrado la boda, su marido fue hecho
prisionero a causa de su participación en los sucesos de Alfaro, de los que
hablaremos después.
Estatua de María de Haro "la buena" en Portugalete, recogida de aquí
Estaba emparentada, por
tanto, con los reyes de Castilla por matrimonio, además de por lazos de sangre,
era prima de María de Molina, la que sería reina regente de Castilla durante
las minorías de su hijo Fernando IV y de su nieto Alfonso XI. Este parentesco
le fue muy útil en su actividad negociadora para mantener su señorío, el
señorío de Vizcaya, frente a otros parientes, que intentaron quitárselo, y
finalmente, poder transmitirlo a una nieta que lleva el mismo nombre, María de
Haro.
María la Buena fue la
décima señora de Vizcaya, primera mujer que detenta este título, no sin grandes
dificultades y numerosos enemigos a los que tuvo que hacer frente.
En una escala diferente,
actúa de manera parecida a la reina María de Molina, ambas mujeres solas logran
mantener el poder, una al frente de un reino y la otra de un señorío,
gobernando a través de alianzas y acuerdos que evitaron confrontaciones
bélicas, y pudieron transmitirlo a sus herederos.
María accedió al señorío
de Haro a la muerte de su padre Lope Díaz de Haro y de su hermano, el
primogénito Diego López de Haro IV, partidarios de los infantes de la Cerda.
Estos eran los hijos del primogénito de Alfonso X, Fernando de la Cerda, a
quien su padre el rey Sabio, había nombrado su sustito, mientras estuviera
ausente de Castilla por asuntos de su aspiración al Imperio, “los hechos del
imperio”. Fernando de la Cerda había muerto en Ciudad Real un 25 de julio de
1275, antes de cumplir los 20 años, en el campamento preparado para luchar
contra los benimerines y había dejado a su primogénito como heredero. Sin
embargo, un sector de la nobleza apoyó al rey para que gobernase el segundo
hijo, el infante Sancho.
El padre de María murió asesinado
por orden del rey, por negarse a entregar unos castillos. El hecho conocido
como los sucesos de Alfaro, ocurrió el 8 de junio de 1288. En la reyerta estaba
presente, además del infante Sancho, futuro rey de Castilla, el marido de
María, Juan el de Tarifa, que fue hecho prisionero por tales sucesos.
A la muerte del padre, su
hermano Diego López de Haro IV, heredaría los señoríos de Haro, Vizcaya, etc, y
a cuando el también murió, en 1289, un año después que el padre, pasaron a manos
de María.
Según Las Siete
Partidas, la obra jurídica que mandó compilar Alfonso X, en Castilla debería
gobernar la línea sucesoria del primogénito Fernando de la Cerda, pero según leyes
de costumbre, podía reinar el otro hijo, Sancho IV, el hijo segundo. Hubo
guerras de sucesión de hijos contra padres y hermanos contra hermanos. Quedó vencedor
Sancho IV el Fuerte, casado con María de Molina, otra pacífica negociadora, que
a la muerte de su marido siguió reinando y sofocando rebeliones que querían
usurpar la corona que pertenecía a su hijo de 9 años, Fernando IV.
Vemos, por tanto, que María de Haro, estaba
situada políticamente en el bando contrario al de su tía María de Molina.
Incluso una de estas batallas llegó hasta su señorío de Bilbao, en la que las
tropas de don Sancho invadieron su ciudad, con María dentro, que soportó el
asedio .
A la muerte de Sancho IV
en 1295, hubo disturbios entre los aspirantes a la Corona. Durante este periodo,
Diego López de Haro V aprovechó para invadir Bilbao y usurparle el señorío a su
sobrina, nuestra María de Haro. Uno de los argumentos por los que quería
hacerse con el poder era el de la incapacidad de las hembras para gobernar. Su
marido, Juan de Castilla, el de Tarifa, estaba todavía en prisión, por lo que
ella, sola en el gobierno, tuvo que hacer frente a esta invasión de su tío y le
entregó la ciudad mediante acuerdos, sin que hubiera guerra. Este Diego López
de Haro recibió el nombre del Intruso, por tales hechos. Sin embargo, en
virtud de los acuerdos mencionados, a la muerte del Intruso, el señorío
volvería a manos de su sobrina María de Haro y a los descendientes que ella
tuviera.
La muerte de su tío en el
sitio de Algeciras en 1309 le devolvió los señoríos a María. Por entonces, su
marido, que había salido de prisión, gozaba de una posición relevante en la
Corte como tutor del heredero al reino, el infante Pedro, hijo de Fernando IV
que había muerto en 1312. María siguió gobernando sola sus tierras en vida de
su marido, debido a sus ausencias por su cargo en la Corte y su continua
actividad guerrera. Tras su muerte, acaecida el 26 de julio de 1319, en una
escaramuza contra los sarracenos de Granada, en el lugar conocido actualmente como
Cerro de los Infantes, se quedó viuda con tres hijos: Don Juan, Don Lope y doña
María.
A la mayoría de edad de
su primogénito le legó el señorío y se retiró al monasterio de Perales. Sin
embargo, tuvo que hacerse cargo otra vez del gobierno a la muerte de este hijo,
asesinado por orden del rey Alfonso XI en 1326 en Toro.
Juan el Tuerto, que así
llamaban a este hijo suyo, en un primer matrimonio con Isabel de Portugal,
había tenido una hija que se llamó María, como su abuela. A esta nieta homónima
le dejaría la herencia, en 1334, para retirarse de nuevo al monasterio, donde
murió con más de setenta años, una edad bastante longeva para su época, el 3 de
octubre de 1342.
La estatua que le
erigieron a María en Vizcaya, de pie, con unos documentos en la mano, tienen un
doble significado, por un lado, el de los Fueros que otorgó a varias ciudades
de su señorío: Bilbao y Portugalete 1922, Lequeitio 1325, y Ondarroa en 1927,
por otro lado, a su capacidad negociadora que evitó la guerra varias veces.
Bibliografía:
-Llorente, Juan Antonio. Noticias
históricas de las tres provincias vascongadas. https://books.google.es/books/about/Noticias_historicas_de_las_tres_provinci.html
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