Fue a partir de ver como mi perra iba envejeciendo, y sus ciclos eran constantes, cuando fui consciente de que el climaterio - que daba fin a la vida fértil en las humanas - era algo que no se daba en el resto de mamíferas. Por supuesto me tragué con papas el cuento especista de que los seres humanos, en nuestro jugar a vivir desafiando a la naturaleza de la que formamos parte, habíamos logrado algo impensable para nuestras ancestras: alargar la vida mucho más allá de las limitaciones de nuestro declive natural. Este hecho - por supuesto - era un logro que debíamos agradecer a la industrialización y al buen vivir que proporciona nuestro evolucionado modo de vida (desde ya os digo que desconfiéis siempre de las teorías que acaban con esta moraleja)
Desde hace algunos años estoy algo "obsesionadita" leyendo todo lo que cae en mis manos sobre nuevos estudios de la prehistoria con perspectiva de género. Entre estas lecturas he encontrado los escritos de Kristen Hawkes, arqueóloga dedicada en cuerpo y alma a estudiar la vejez femenina en la prehistoria. De su mano encontré la información que me faltaba para romper con mis falsas creencias sobre la menopausia.
Ilustración de Tom Björklund, recogida de aquí |
La menopausia, como todas las grandes cosas, es un logro evolutivo que se dio con el género Homo, hace más de un millón de años. Las mujeres más longevas desempeñaban un papel crucial para la supervivencia de los niños pequeños de otras mujeres en edad fértil. La desaparición de la fertilidad mucho antes de la llegada de la muerte y la derivación de la energía de las ancianas a la crianza de los hijos sanos de otras mujeres, en vez de seguir degradando su cuerpo en la gestación de nuevos seres, constituía una ventaja evolutiva. Una ventaja evolutiva que sienta sus bases en dos actitudes humanas que suelen ningunearse por la cultura patriarcal: la empatía y la cooperación frente al individualismo y el sentimiento de propiedad de las criaturas.
"La capacidad reproductiva de nuestra especie se deteriora de forma acelerada si la comparamos con relación al declive orgánico general. Las mujeres, al igual que las hembras de otras especies animales - muy pocas -, podemos vivir décadas después de que cese nuestra capacidad de ovular. La propia menopausia se ha considerado como una interesante adaptación, ya que para las mujeres resulta más efectivo dedicar sus esfuerzos a cuidar de las criaturas del grupo, las que han tenido sus propias hijas, que seguir teniendo ellas mismas más descendencia. Envejecer supone aumentar el riesgo de muerte y, por tanto, de no poder sacar adelante a la descendencia más tardía, así que mejor ocupar el tiempo en apoyar la crianza de otras criaturas. La hipótesis de la abuela afirma que las mujeres de mayor edad contribuyen de una forma más efectiva a transmitir sus genes si dedican sus esfuerzos a sus nietos y nietas, en vez de dedicárselo a los hijos e hijas que pudieran llegar a tener."
Imagen de Marga Sánchez Romero con su libro, recogida de aquí |
Cuando se habla de la esperanza de vida en las sociedades paleolíticas no se tiene en cuenta que, el dato de 30-40 años, es una media que se ve muy rebajada por la gran cantidad de mortalidad infantil. Las nuevas técnicas de análisis de restos óseos demuestran que había gran cantidad de mujeres menopausicas en las poblaciones humanas del paleolítico - no tantas como hoy, momento histórico en el que un tercio de la población femenina mundial está fuera de se etapa fértil - pero si las suficientes como para ser un eslabón primordial en las sociedades primitivas.
Nuestra cultura actual nos ha hecho creer que las mujeres ancianas siempre han sido una carga para las sociedades. El cine, con su capacidad de imprimir imágenes de gran carga emotiva, ha instalado en no pocas ocasiones la imagen de la anciana separándose del grupo familiar para dejarse morir sola y evitar ser una carga para todos. Esta imagen, como muchas otras que pueblan nuestra imagen mental de la prehistoria, no es cierta. Los nuevos estudios no sesgados sobre la vida en el paleolítico dicen que estas mujeres representaban una ventaja para sus grupos sociales. Las abuelas paleolíticas eran agentes de de gran valor para sus grupos humanos. Sujetaban muchas de las cargas de trabajos de mantenimiento, eran una fuente de aprendizaje, suponiéndoseles la enseñanza de las destrezas manuales necesarias a las criaturas más pequeñas, se las considera las transmisoras de los saberes complejos y necesarios para sus clanes, cuestión que se traducía en bienestar y buen funcionamiento para el clan.
En el ensayo Lady Sapiens: la mujer en tiempos de la prehistoria, se atribuye a las mujeres mayores la capacidad de aportar a hasta el 30% de las necesidades nutricionales de las criaturas a su cargo.
"incluso destetados, los niños deben contar con su entrono para nutrirse. Son dependientes, en primer lugar, de su madre... hasta la llegada de un nuevo hijo. A partir de ese momento, son las mujeres menopausicas las que se convierten en suministradoras de comida para los vástagos de las mujeres jóvenes, entre ellas sus hijas... apoyarse en la ayuda de las ancianas permite a una mujer procrear más a menudo, pues sabe que su último hijo quedará a cargo de las mayores"
Kristen Hawkes. Grandmother hypothesis
Kristen Hawkes. Fotografía recogida de aquí |
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